La Junta de Castilla y León anunció hace dos semanas que los cañones del Duero, en la provincia de Zamora, constituyen una de las zonas donde se está estudiando la posible introducción del lince ibérico. Este territorio se ha integrado, por tanto, en un proceso «con un protocolo muy exigente» que podría tener su punto álgido en «febrero o marzo de 2025», con la primera suelta de ejemplares de la especie.
Pero para eso todavía quedan muchas pantallas por superar, como explica el experto del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), Ramón Pérez de Ayala. Uno de los mayores conocedores de este animal en todo el planeta analiza, en una charla con Enfoque, cuáles son los pasos a seguir a partir de ahora: «Hay unos requisitos establecidos para la selección, de los cuales esta parte de Zamora ha cumplido ya los relacionados con el hábitat adecuado y la presencia del conejo. Ahora quedan otros diez elementos», advierte.
Pérez de Ayala indica que estas exigencias tienen que ver con la idea de que el lince sea una especie «viable» durante al menos 100 años «sin que haya problemas de endogamia» y que alcance al menos los 50 ejemplares en un territorio mínimo de 10.000 metros cuadrados. «Se miran temas como el peligro de las carreteras, posibles riesgos sanitarios, conflictos con el furtivismo y la propia percepción social», apunta el representante de WWF.
Este último punto implica que no haya un rechazo por parte de la gente del entorno y que se firmen los convenios correspondientes con los propietarios de los terrenos afectados, llegado el caso. Ese tema es variable en cada territorio, pues puede tratarse de latifundios, como en Andalucía; de montes comunales o de terreno de carácter público. «También se observa si hay peligros con balsas de riego y, una vez se recopila todo, se presenta el informe final».
Una introducción escalonada en la comunidad
A partir de ahí, las sueltas siempre se realizan en febrero o en marzo para «imitar el comportamiento natural» del lince. Como el protocolo de análisis de la zona aún se aplicará durante un año, Zamora no recibiría los ejemplares hasta el invierno de 2025 si todo va bien, aunque el Pérez de Ayala subraya que, en el caso de que los cañones del Duero y el valle del Cerrato en Palencia pasaran el corte, lo más probable es que se empezara solamente por uno de ellos dentro de 15 meses y se dejara el otro territorio «para 2026 o 2027».
Habitualmente, los especialistas abogan por dejar seis u ocho ejemplares en un primer momento, aunque en función de la disponibilidad podrían ser cuatro. Los linces, mezcla de machos y hembras, llegarían con una edad de once meses y se quedarían durante un tiempo en un «cercado de presuelta para que no tuvieran la tentación de irse». Ese recinto, con vallas preparadas para evitar la marcha de un animal ágil y escurridizo, se colocarían sobre una parcela de algo más de una hectárea.
10 años para llegar a 50
Pérez de Ayala remarca que los linces son animales «con tendencia a volver a casa» y que además pueden recorrer distancias muy largas en poco tiempo: «Es muy importante la adaptación de los primeros. A partir de ahí, con los demás es más fácil si hay otros ejemplares cerca», sostiene el representante de WWF. Los que estrenen esa exploración del territorio portarán un collar y tendrán la vigilancia de un equipo de seguimiento que los controlará semanalmente.
Si la adaptación es correcta, normalmente a partir del primer o el segundo año comienzan a reproducirse, aunque no lo hacen de un modo excesivamente rápido. Para que Zamora cuente con los 50 linces previstos para las introducciones, tendrían que pasar unos diez años: «La opción de la provincia tiene muy buena pinta», asegura Pérez de Ayala, que defiende que la elección inicial ya implica el paso de unos filtros de cierto nivel. De momento, los cañones del Duero aguardan.