España es uno de los países con mayores tasas de reconocimiento de las personas LGBT+ (la novena del mundo según Equaldex, la sexta según UCLA y la cuarta en Europa según Ilga).
Además, la industria audiovisual española goza de buena salud. A modo de ejemplo, en cinco años se ha duplicado la producción de series (de realizar 38 en 2015 a 75 en 2020). Desde 2018 el sector vive en lo que la directiva de Movistar Plus María Valenzuela denomina un círculo virtuoso, y actualmente España es el primer productor televisivo europeo para plataformas globales, por delante incluso de Reino Unido.
El éxito de La casa de papel es un claro ejemplo del fenómeno global en el que se han convertido las producciones televisivas españolas. Por esas razones, la capacidad de nuestras series para influir en un público global y heterogéneo es cada vez mayor.
¿Es realista la televisión española?
A partir de esos dos pilares, quisimos determinar cuántos personajes no cisheterosexuales –cis porque su identidad de género coincide con el sexo asignado al nacer, y heterosexuales porque sienten atracción por el otro sexo del sistema binario– había en la producción televisiva española original de plataformas y cómo estaban representados. Para ello, llevamos a cabo un estudio de 749 personajes en 38 series de producción española original para plataformas estrenadas en los años 2020 y 2021. Estos personajes debían ser humanos y tener al menos una frase de diálogo.
Entre ellas se encontraban títulos como Patria, Antidisturbios, El Cid y Sky Rojo. Una vez analizada esta muestra, se vio que existía una infrarrepresentación de las mujeres cis (38,9 %) en comparación con la población general en España, donde el 51 % son mujeres.
Sorprendentemente no existía, sin embargo, una subrepresentación de personajes trans (personas que se identifican con un género diferente al sexo que les asignaron al nacer). Estos personajes fueron el 1,3 % de los analizados, y la OMS estima que hay entre un 0,3 y 0,5 % de personas trans. Pero todos los personajes trans que encontramos eran mujeres. No había hombres trans ni personas no binarias. Además, casi todas estaban en una misma serie: Veneno.
En cuanto a la orientación sexual, se encontró que se representaba como no heterosexuales (lesbianas, gays, asexuales, bisexuales y otras orientaciones) al 8,6 % de los personajes. Sin embargo, según la Encuesta Global LGBT+ Pride 2021 de Ipsos, el 12 % de la población española se identifica como no heterosexual.
El dato de España es algo menor que el porcentaje que GLAAD (Alianza de Gays y Lesbianas contra la difamación, por sus siglas en inglés) encontró en EE. UU., que era de un 9,1 %. Además, allí sí detectaron la presencia de personajes no binarios y trans masculinos, que no había en nuestra muestra. Sin embargo, es ligeramente superior al 8,2 % de personajes LGBT + que encontró el Observatorio Español de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA) para las series de televisión españolas en 2020.
La evolución, sin embargo, es hacia una mayor y más diversa representación. Así, ODA 2023 señala que un 10,8 % de los personajes de las series españolas son LGBT+. No obstante, los hombres cis gays son de lejos los más habituales dentro de este grupo (el 63,3 % de la muestra LGBT+ de nuestro estudio).
La calidad de la representación
Al analizar centenares de personajes, descubrimos que estos estaban hasta cierto punto estereotipados. Especialmente en el caso de las mujeres trans, a quienes se asociaba con la hipersexualización, la prostitución y los problemas de salud. De nuevo, estos datos se debían, en parte, a que muchas de ellas aparecían en la serie Veneno, un biopic de Cristina Ortiz –conocida como “La Veneno”–, actriz, cantante y trabajadora sexual española.
Algunos autores han demostrado, no obstante, que la exposición frecuente a representaciones LGBT+ identificables, incluso si se perciben como neutrales o negativas, puede aumentar la compasión y el reconocimiento por parte de la audiencia, a la vez que consigue disminuir los prejuicios.
Los hallazgos de nuestra investigación indican igualmente que la violencia en las ficciones originales de series de streaming en la televisión española es perpetrada principalmente por hombres cis. También, que las mujeres trans sufren más insultos y ataques verbales que los hombres o las mujeres cis. Estos datos son consistentes tanto con el predominio de la violencia masculina como con la alta frecuencia con la que las mujeres trans sufren este tipo de ataques en la realidad.
En cuanto a los temas de conversación que se dan en las series, las mujeres cis tienden a hablar más sobre “amor”, “familia”, “salud” o “educación”. Por su parte, las conversaciones de los hombres cis giran en mayor proporción en torno al “dinero”, el “trabajo” y la “violencia”.
En los ejemplos analizados, las mujeres trans hablan más de “amistad”, “sexo” y “sexismo” que los personajes cis. Sin embargo, no encontramos diferencias entre los temas de los que suelen hablar los personajes heterosexuales con respecto a los no heterosexuales. Salvo en un caso, la familia, más frecuente en los diálogos de los personajes heterosexuales.
Hacia el futuro
En los últimos años, después de que se produjera la recogida de datos de la muestra utilizada en el estudio, han aparecido algunos ejemplos de hombres trans e incluso personajes no binarios protagonistas. El actor Ander Puig ha interpretado así sendos papeles de hombre trans en Ser o no ser y Élite y Pablo Alamá ha hecho lo mismo con Rey en La noche más larga.
Por otro lado, en la segunda temporada de HIT aparece el personaje no binario de Dan (Lele Pernas) y en la decimotercera de La que se avecina, el de Karma (Alex de la Croix).
Estos ejemplos pueden indicar el inicio de una tendencia hacia mayor aperturismo de la televisión española a las diferentes identidades de género. Habrá que seguir su evolución.
Beatriz González de Garay Domínguez, Profesora Titular de Comunciación Audiovisual y Publicidad, Universidad de Salamanca; Ariadna Angulo-Brunet, Profesora Lectora, UOC – Universitat Oberta de Catalunya y María Marcos Ramos, Profesora Titular Comunicación Audiovisual, Universidad de Salamanca
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.