Es domingo por la mañana y Almudena ya espera en la Plaza Mayor de Fermoselle a los turistas que ese día van a conocer por dentro, y nunca mejor dicho, al pueblo de las mil bodegas. Son personas que se acercan atraídas por la iniciativa de la Agrupación Europea de Cooperación Territorial Duero-Douro, que desde hace varios años impulsa el desarrollo turístico de Fermoselle a través del proyecto “Fermoselle Villa del Vino”.
Almudena Navarro, que es técnico de Turismo y Desarrollo Turístico de Fermoselle, da la bienvenida a los visitantes y se encamina a la primera bodega a visitar, a partir de la cual irá hilvanando un relato que entremezcla la historia de las bodegas, la del propio pueblo, la de la zona en la que se encuentra y la de la Denominación de Origen Arribes. “La puerta siempre está abierta, si alguien se agobia, para arriba”, avisa antes de bajar a la primera bodega. Los turistas no se esperan lo que hay bajo tierra: unas galerías excavadas directamente en la roca en la que los habitantes del pueblo han elaborado y almacenado vino durante cientos de años.
Las bodegas a visitar están en perfecto estado, pero no es así como se las encuentran, muchas veces, en la Agrupación Territorial. Duero-Douro alquila las bodegas a sus propietarios, “como el que alquila un piso”, y se encarga de adecentarlas y lucirlas para el turismo. Si están sucias, se limpian. Si están inundadas, se saca el agua. Y si no hay luz, se pone luz. Es importante para el turismo, claro, “pero también para mantener este patrimonio tan único que tenemos en Fermoselle”. Patrimonio que ahora se está poniendo en valor pero que hace unos años corría el serio riesgo de perderse por el desinterés de particulares e instituciones.
La idea de la iniciativa turística es que Fermoselle se desarrolle, también, a través del turismo sostenible, el enoturismo y la importancia de sus bodegas centenarias. En este sentido, la agrupación colabora con el Ayuntamiento de Fermoselle en la propuesta de que la Villa del Vino de la localidad sea considerada como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, como se presentó primero en Fitur, en enero, y después en Intur, a mediados del mes de noviembre. “Sería importante a nivel de promoción, claro, pero también a nivel de desarrollo social y económico de la zona. Queremos que las zonas fronterizas sean zonas en las que se puede vivir y tener una buena calidad de vida”, y en ese sentido “es importante conservar y cuidar el patrimonio existente”, porque es “generador de riqueza” para la ciudad. “Hay que saber cuidarlo y saber divulgarlo. “No hay mejor forma de entenderlo que conservarlo”, reflexiona Almudena.
La visita acaba en aproximadamente una hora y media y Almudena tiene un rato para comer antes de volver al tajo. A las cinco hay una nueva visita. El interés es creciente, y eso alienta en el propósito de mantener la actividad y promocionar las bodegas. “Viene gente de Madrid, Cataluña, País Vasco, y mucha gente de Portugal”, asegura la técnico de turismo.