Laureano González tiene «87 para 88» años, vive en Bermillo de Alba y está «encendido». Desde el miércoles por la tarde se encuentra completamente desconectado en su propia casa. Telefónica ha cortado el teléfono fijo en la localidad, donde la cobertura móvil es una quimera salvo en los puntos más altos o en las afueras. En su caso, esa «rayita» que permite el contacto empieza a aparecer a más de medio kilómetro de su hogar. Aún así, el viernes recorrió esa distancia, protegido de la lluvia con un paraguas, para llamar y quejarse por lo que considera un atropello: «Nosotros lo pagamos todo igual», recuerda.
El pueblo entero, o casi, lleva cuatro días sin el teléfono fijo que les conectaba con el mundo, en ausencia de otra alternativa. Telefónica decidió cortar las conexiones de la red de cobre sin haber ejecutado previamente trabajo alguno para ofrecer una solución, según los vecinos. Tan solo dos domicilios se han librado y los titulares de esas líneas ni siquiera saben por qué. Los demás se encuentran completamente aislados: sin poder hacer ni recibir llamadas. Muchos de los afectados son ancianos que viven solos o con sus parejas, como el caso de Laureano. Su mujer, María Pastor, tendría que llamar al médico el lunes desde su casa. Pero no tiene cómo hacerlo.
Los contactos previos
El principio de esta historia hay que buscarlo en lo sucedido hace «tres o cuatro meses», según explica otra vecina, María Asunción Merino: «Empezaron a llamarnos por teléfono constantemente. Primero, para decirnos que iban a cambiarnos lo del teléfono para ponernos una conexión por radio, pero eso no se puede hacer sin cobertura. A mi casa, ya directamente ni vino el técnico», recuerda esta vecina de 62 años que saca el móvil para mostrar lo que hay: «Mira, esta muerto».
Ante este panorama, la siguiente opción fue la del satélite: «Me llamaron del 1004 y me dijeron que me tenía que cambiar de número y pasar a pagar más de 60 euros cuando ahora son 24″, recuerda Merino. Les dijo que no y ahí quedó la cosa. Otros vecinos aseguran que ni siquiera se han negado a nada. «Pedimos que esperaran porque, en esta zona, ya están empezando a meter la fibra, pero al final han cogido y nos han cortado el teléfono. Yo vivo sola y, si mañana me pasa algo, no tengo nada que hacer», constata la alistana.
Desde el miércoles, María Asunción Merino tiene que desplazarse a la parte alta del pueblo para llamar: «Intento contactar con mi número fijo y me dice que no existe. Nos han borrado del mapa», asegura esta mujer, justo antes de que aparezca en escena Sole Díez, la hija de una de las vecinas que sí conserva el fijo. Nadie lo entiende por aquí. «Esta España la vacían ellos», sostiene la recién llegada, que tiene claro que lo que hace falta es una torre para dotar de cobertura a la localidad.
Varios de los vecinos consultados entienden que, en pleno 2023, no es de recibo tener que desplazarse a los sitios altos para realizar y recibir llamadas: «Mira lo bien que se habría estado en el pueblo durante el confinamiento, pero así…», lamenta Díez, que junto a Merino recuerda cómo también han perdido recientemente un día de médico. «Antes venía los martes y los viernes y ahora solo los viernes». Eso, con llamada previa. Ahora, ese asunto queda en el aire.
70 habitantes en invierno
Las dos mujeres calculan que la localidad tiene unos 70 vecinos de continuo, pero también hay población flotante que se deja caer los fines de semana. Entre ese segundo grupo está Álvaro Carbajo, que tiene a su madre, ya mayor, sola en Bermillo de Alba. La desconexión de estos días le deja impotente: «Solo te queda esperar que no pase nada», indica este residente en Zamora capital. «O rezar», aporta a su lado Manuel Rodríguez.
Ambos comparten espacio en la barra del bar del pueblo, «La vieja escuela». En una de las paredes del local está colgado el documento tipo para realizar una reclamación a Telefónica a través de la Oficina de Atención al Usuario de Telecomunicaciones. Por ahí lo quiere pelear Bermillo de Alba, con el respaldo de su Ayuntamiento, el de Fonfría: «Las personas por sí solas no pueden hacer nada», remarca Carbajo, bien consciente de la merma de servicios que ha venido sufriendo el pueblo.
El propio responsable del bar, Héctor González, destaca que la conexión telefónica «es un derecho» de las personas y comenta que, si el servicio «básico» de la cobertura existiera en Bermillo de Alba este corte resultaría más llevadero. En este pueblo, antes y después del miércoles, el médico que va los viernes tiene que apuntar todo a mano y luego pasarlo al ordenador: «A veces llama luego porque mira tu historial y te dice qué debes hacer en función de eso», resalta María Asunción Merino.
Aparentemente ajena a esta realidad rural, Telefónica le comunicó el viernes a la Subdelegación del Gobierno que «no es viable la rehabilitación de la línea». Eso sí, la compañía «intentará trabajar con rapidez en la migración a la nueva tecnología». La espera por la fibra aún se puede demorar «semanas» que quién sabe si se podrían transformar en meses, como admitió también el alcalde, Sergio López. Lo único cierto es que los números de los usuarios ahora ya no existen y que la desconexión se ha hecho efectiva.
Por todo este cúmulo de circunstancias está «encendido» Laureano, que acaba de tener un biznieto y no puede comunicarse ni con los padres del bebé ni con el resto de su familia. Su mujer le pide que se calme, pero él tiene bien claro el argumentario: «Nos está pasando algo que es vergonzoso. Lo que ocurre aquí es que somos cuatro gatos y nos quieren barrer», clama con el papel de la reclamación contra Telefónica en la mano.