«Carbajales es conocido por tres cosas: por el pan, por los toros y por el bordado». El alcalde, Roberto Fuentes, lo tiene claro: en esos pilares se asienta el atractivo de su pueblo, y está dispuesto a pelear por defenderlos. Incluso, aunque los tiempos vayan en contra de ciertas actividades o a pesar de que la despoblación haga mella. Al menos, en el caso del recurso textil, el Ayuntamiento tiene claro cuál es el obstáculo: «Tenemos un problema de relevo generacional», advierte.
La cabecera de la Tierra de Alba sufre en toda su expresión el drama del envejecimiento y combate, además, con la realidad de una generación hiperconectada: «En verano, intentamos hacer actividades con los niños, pero es complicado luchar contra los Ipad», advierte el alcalde de Carbajales, que insiste en que «la del bordado es una seña de identidad que hay que conservar».
En el camino hacia la protección de esta particularidad, el pueblo cuenta con el recurso del Museo del Traje Carbajalino, un espacio abierto ya en los tiempos modernos, pero asentado en un edificio que se creó en 1941 especialmente para que las mujeres del pueblo aprendieran a bordar. Según Fuentes, todas las mayores conocen la técnica y la ejercen, lo que dota de otro aire genuino al municipio.
El proyecto de una universidad extranjera
La idea del Ayuntamiento ahora es mejorar el museo y darlo a conocer fuera: «Está funcionando bien, pero queremos darle visibilidad y conseguir que siga abierto», apunta el alcalde. Durante este año, este espacio donde se exponen los trajes y los detalles del bordado, y que también dispone de un taller, recibió a 1.800 personas. «Vamos a todas las ferias que podemos para hacer promoción; hemos estado en Vimioso, Valladolid o Madrid«, enumera Fuentes.
En ese trabajo de difusión, el Ayuntamiento ha conseguido conectar con una universidad extranjera «que va a hacer un proyecto muy interesante y que tiene que ver con coser por Internet», según el alcalde, que prefiere no entrar en detalles: «También están viniendo diseñadores, gente muy interesante, que se fija en lo que se hacía antiguamente para aplicarlo a la ropa de ahora», apostilla Fuentes.
Las tecnologías ejercen aquí como respaldo. No todo va contra el bordado en los nuevos tiempos. De hecho, hay otra cuestión positiva: la atracción por esta actividad, si bien ha dejado de ser tan unánime entre las mujeres, tampoco es ya un coto privado de ellas. Los hombres jóvenes y los niños que se dejan convencer se interesan más por esta actividad tradicional que antaño: «Están empezando a venir», admite el regidor de Carbajales.
Tanto los niños y mayores de la tierra como quienes vengan de fuera pueden visitar el museo de martes a sábado por la tarde y los domingos por la mañana. Pronto, tendrán además un atractivo nuevo que ver: las 15 máquinas de coser procedentes de la colección de Sebastián Quintanilla que aterrizarán en Carbajales.