La realidad demográfica de Benavente ha regresado a un escenario similar al que tenía a principios de siglo en cuanto al número de vecinos. Los 17.376 habitantes actuales apenas distan de los 17.483 individuos que residían en la ciudad en el arranque del curso 2002, pero la evolución no ha sido ni mucho menos lineal desde entonces; ni en lo tocante a la cifra total ni en lo que tiene que ver con el detalle que sí revela el Instituto Nacional de Estadística a través de sus estudios anuales.
Para empezar, la tendencia de los últimos diez años ha alejado a Benavente del anhelo de los 20.000 habitantes. El objetivo estuvo tan cerca que la propia ciudad llegó a poner en marcha una campaña para alcanzar esa cifra, lo que le habría permitido dar un salto en lo presupuestario y en lo competencial. El pico para el municipio llegó finalmente en 2012, cuando el padrón se situó en 19.259 hombres y mujeres. Ahí comenzó la caída, y el golpe no ha sido precisamente suave.
En los diez años posteriores, Benavente perdió prácticamente un 10% de su población. El impacto de la crisis económica posterior al 2008 castigó particularmente a la ciudad, que se fue vaciando progresivamente sin encontrar asidero al que agarrarse para resistir. El municipio pasó entonces de ser una de las excepciones dentro de un marco de deterioro demográfico en la provincia a convertirse en un lugar más dentro de esa deriva.
La caída comenzó a afectar entonces también a Zamora capital, cuya realidad ya ha provocado que la barrera de los 60.000 habitantes haya caído, apenas 15 años después de su momento de mayor auge demográfico. Tan solo el alfoz del mayor municipio de la provincia parece ahora capaz de resistir los envites, a la espera de una reacción que nunca llega; tampoco para Benavente, estupefacta ante un desgaste que le llega a pesar de contar con una ubicación estratégica innegable en el contexto del noroeste nacional.
Por encima de la media de edad nacional
Con este panorama, lo cierto es que la ciudad no solo ha ido perdiendo población en número, sino que, además, ha ido padeciendo un proceso de envejecimiento evidente que ya le deja, con 44,5 años, por encima de la media de edad nacional. En este tránsito desde el ejercicio 2003, Benavente se ha quedado con 721 niños menos y con 602 jubilados más, una circunstancia que habla a las claras de cuál es la evolución.
En ese sentido, siempre conviene señalar la doble cara del envejecimiento, que tiene un rostro negativo por la pérdida de peso de la población activa sobre el total de la comunidad vecinal, pero también una imagen amable, la de la supervivencia a largo plazo tras el retiro. Hoy, en Benavente, la cifra acumulada de octogenarios, nonagenarios y centenarios ha crecido un 49% en relación al año 2003. Eso no es malo como tal, pero falta que, en las edades tempranas, el repunte se ajuste a esa misma evolución.