Almudena Navarro Zamora es graduada en Historia por la Universidad de Salamanca, máster en Antropología Física y Forense por la Universidad de Granada y máster en en Formación del Profesorado de Eso, Bachillerato, FP y Enseñanzas de Idiomas. Tiene la especialidad en Violencia de Género en la Prehistoria, y en paleopatologías y signos de violencia física en cráneos. Actualmente es técnico de Turismo y Desarrollo Rural de AECT Duero-Douro.
Navarro participa en la campaña #EnMiPuebloNoHaySilencio de Duero-Douro impartiendo varias conferencias sobre la violencia de género en la Prehistoria y a lo largo de los siglos. Una actividad para “concienciar a los jóvenes sobre la presencia que la violencia hacia la mujer ha tenido en las diferentes etapas de la historia y cómo era algo normalizado que ahora hay que denunciar y evitar”.
– ¿Está la violencia rural “escondida” en los pueblos?
– Es cierto que en el mundo rural es menos visible, porque la gente es más mayor y lógicamente no están tan concienciados. También hay cierto secretismo y recogimiento en la gente, así que es más complicado visibilizar la violencia de género cuando la hay. En Duero-Douro pensamos que, ya que estamos para fomentar el desarrollo social y económico de las zonas transfronterizas, teníamos que implicarnos en la erradicación de la violencia de género en el medio rural. De ahí esta iniciativa.
– ¿Qué se encuentra cuando va a los pueblos? ¿Buena acogida?
– El año pasado hice esta misma charla en el ayuntamiento de Fermoselle y muy bien, los chavales acabaron muy contentos. En los pueblos es cierto que el noventa por ciento de la gente que viene son mujeres, pero también vienen hombres. Pero ya digo, la mayoría son mujeres.
«La violencia siempre ha existido, es algo propio del ser humano»
Almudena Navarro
– Vamos al fondo de la cuestión, violencia de género en la Prehistoria.
– La violencia siempre ha existido, es algo propio del ser humano, pero hay muchas violencias, así que las dividimos para poder estudiarlas. Hay tres tipos. La física, sobre el cuerpo y la mente de una persona. La violencia estructural, de un grupo sobre otro, como las leyes contra las personas negras en los años 50 en Estados Unidos. Y la violencia simbólica, que es la que las mujeres nos infligimos a nosotras mismas sin darnos cuenta.
– ¿Por ejemplo?
– Siempre pongo el ejemplo de los tacones. Desde pequeñas nos han metido en la cabeza que estamos más guapas en tacones y cuando somos adultas nos vemos más guapas, claro, pero siguen haciendo daño.
– ¿Puede datarse el inicio de la violencia de género?
– Todavía no podemos hacerlo. Yo estoy especializada en el Neolítico, que es cuando el ser humano empieza a ser agricultor y ganadero, y estudio hasta el año 500 antes de Cristo. Y también estoy especializada en Europa. En el Neolítico ya encontramos signos de violencia simbólica hacia las mujeres, relacionando a la mujer con la peligrosidad. Por ejemplo, en el yacimiento de Çatalhöyük, en Turquía, se encuentran unas esculturas de arcilla con forma de pechos de mujer y, en lugar de pezones, tienen el pico de un buitre, que para aquella civilización era el animal de la muerte.
– ¿Cuándo tenemos los primeros signos de violencia física?
– En Europa, en la zona de Alemania, en la Masacre de Talheim, alrededor del 5.100 aC. Se encuentran ahí unas fosas comunes en las que hay cadáveres porque se ha matado a toda la población. Pero en la fosa faltan las mujeres en edad de procrear. Las raptaron. Los grupos iban a otros poblados, los masacraban y raptaban a las mujeres en edad fértil para llevarlas a sus poblados.
– En sus charlas habla de mujeres importantes en la historia que también han sufrido violencia.
– Pongo de ejemplo una de cada época, con casos llamativos. Como el de Domicia Longina, esposa del emperador romano Domiciano. La violaba, le pegaba, se cree que llegó a matar a su hijo para hacerle daño. Un caso de violencia vicaria.
– Hablamos de violencia física, pero detrás hay más.
– La violencia es como un iceberg, vemos la física pero hay mucho más. La que no se ve es la estructural y la simbólica. Si desde los altos poderes se fomenta la creencia de que los hombres son más poderosos y están por encima de las mujeres es lógico que después haya hombres que tengan un pensamiento de superioridad, que piensen que está justificado maltratar a una mujer. Si las mujeres son menos, si están más abajo que nosotros, tengo poder sobre ellas.
«La violencia es como un iceberg; vemos la física, pero debajo hay mucho más»
Almudena Navarro
– Habla también de violencia de las mujeres contra otras mujeres.
– También la hay, sí. Por ejemplo, se han encontrado yacimientos en los que se ha visto que las niñas comían distinto a los niños. Los niños comían carne y tenían una dieta más equilibrada que las niñas, que comían básicamente vegetales. Esto les provocaba anemia, que se ve en los cráneos, por una enfermedad que aparece cuando hay anemia en edades tempranas. Normalmente, quien cocinaba era la madre. ¿Esa mujer pensaba que estaba haciendo mal a su hija cuando le daba una comida diferente a la de su hijo? No, ella pensaba que eso no era malo, pero lo veía normal. Otro caso. Aquí al lado, en Madrid, hay un yacimiento datado en el año 2.000 antes de Cristo en el que se ve que a las niñas les deformaban el cráneo, porque eso significaba un estatus superior. Les ponían un bloque en la frente cuando eran bebés, una deformación que no causaba daño cerebral, pero que se hacía solo con las niñas. Esto lo hacían las madres, no pensando que causaban un daño a sus hijas. Era algo simbólico, natural, que las propias mujeres veían como algo natural.
– En el paleolítico, las mujeres cazaban. ¿Cuándo cambian los roles de género?
– Cuando pasamos de nómadas a sedentarios se establece una relación de poderes diferente. Las mujeres se quedan en casa para amamantar a los bebés y a los niños y los hombres salen fuera. Puede que la jerarquización de la mujer en el hogar, cocinando, haciendo cerámica… venga de ahí. El trabajo de fuera, la agricultura, la ganadería, eso era para los hombres, aunque las mujeres también trabajaban en el campo, a mayores del hogar. La cuestión es cuándo se pasó a pensar que lo de fuera era más importante que lo de dentro. Además, influye la biología. El humano adulto es mucho más inteligente que otros animales, tiene conciencia, raciocinio. Pero eso pasa porque tenemos una edad mucho más amplia en la que no somos independientes, tenemos que recibir cuidados. Eso en el reino animal no pasa. Biológicamente, si queremos ser más inteligentes, necesitamos más tiempo de maduración. No es lo mismo cuidar a una cría por diez años, como los humanos, que por uno, como otros animales. Eso también ha hecho que las mujeres se metan más en el ámbito del hogar.