El profesor y lingüista gallego Xosé-Henrique Costas (1962) acudió este verano a la Asamblea de la República Portuguesa, en pleno debate de la comisión para la reforma constitucional en el país, para hacer una defensa de la salvaguarda del mirandés desde la óptica de un experto extranjero. Este catedrático recibió la invitación para plantear sus tesis después de publicar, de la mano de la Universidad de Vigo, un libro escrito en la citada lengua sobre el presente y el futuro de este idioma tan vinculado al oeste de la provincia de Zamora y que, según él, ahora se encuentra en un serio riesgo de desaparecer.
– No hace tantos años que el mirandés alcanzó su estatus como segunda lengua de Portugal. ¿Cuáles son los motivos que pueden llevar a este idioma a desaparecer a corto plazo?
– En primer lugar, yo querría desmentir lo que dice siempre la prensa portuguesa equivocadamente: el mirandés no es una lengua oficial. Si fuese oficial, otro gallo le cantaría. Es una lengua reconocida, pero no oficial, y partimos de esa base. A partir de ahí, hay una introducción tímida del mirandés en la escuela de manera optativa y extracurricular; una hora a mayores para quien quiera. Es una cosa esperpéntica, pero es así. Se da sin materiales, sin libros de texto y sin diccionarios, y los profesores tienen que elaborar sus propias unidades y no saben si podrán darlo o no en cada curso, porque dependen de la partida presupuestaria que llegue de Lisboa. Se reconoció, pero se quedó un poco en el aire. Contestando a tu pregunta: el mirandés está gravemente herido de muerte y hay que hablar claro. El primer motivo es que históricamente hubo una situación de desprestigio en la que el portugués era la lengua A, la lengua culta, la lengua de la Administración, la lengua de la milicia, la lengua de la Iglesia. Mientras, el mirandés era la lengua de los campesinos. El segundo motivo es que el mundo rural se desploma y el tercero la emigración. En los años 60 y 70, la gente joven se va toda a Francia, a Oporto o a Lisboa y, en su lugar, en los años 60 se hicieron los embalses y, para hacerlos, trajeron muchísimo personal cualificado de fuera. Muchos se quedaron allí a vivir y la población hablante del mirandés se redujo a la mitad o a menos de la mitad. Con esos antecedentes, el reconocimiento de 1999 fue una cosa muy tímida. La Cámara Municipal podría hacer cosas, pero se queda en carteles en trilingüe y en algún bando. No hay un compromiso. Yo he hablado hasta con tres alcaldes distintos para ver si se iba a valorar el mirandés a la hora de acceder a las plazas públicas y me han dicho que no pueden. Pero sí pueden, igual que se valora el inglés. Lo que pasa es que no se acaban de creer que la lengua de los campesinos pueda ser una lengua normal. Esto siempre se ha considerado una lengua de paletos.
– En estos momentos hay unos 4.000 hablantes del idioma. ¿Cuál es ahora mismo la estructura poblacional de ese grupo de personas? Porque no es lo mismo hablar de 4.000 veinteañeros que de 4.000 octogenarios.
– Pues mira, veinteañeros cuenta que solo es el 1% y en las aldeas del norte. Además, se habla en situaciones sociales de confianza: con la familia, los amigos o los vecinos. Ese es el uso por parte de los veinteañeros. No llega a 50 chavales, muy poca gente. Lo estudian unos 400, pero que lo estudien no quiere decir que lo puedan hablar con comodidad o que tengan ambientes donde lo puedan usar. La mayor parte de la gente tiene más de 70 años, al menos 2.000 o 2.000 y pico.
– ¿Si no hay una intervención inminente de las instituciones públicas, la condena es un hecho?
– Antes de que nosotros hiciéramos público nuestro libro, que por cierto sorprendió en todo Portugal que una universidad española lo publicara en mirandés, habíamos presionado junto a la asociación de cultura mirandesa para que Portugal firmara la Carta Europea de las Lenguas, que es un documento del Consejo de Europa por el que Portugal se comprometió a aplicar 30 medidas de conservación del mirandés. Lo que pasa es que Portugal no lo acaba de ratificar, no lo acaba de ver claro. En estos momentos hay un parón propiciado, oh milagro, por el PS portugués. El 14 de julio, yo fui llamado a exponer la situación del mirandés en la comisión para la reforma de la Constitución, y la extrema derecha de Chega, que es el Vox de allí, el PSD y los partidos de izquierdas estaban de acuerdo en comprometerse, porque se trata de patrimonio nacional que hay que salvar, y el PS no.
– ¿Por qué?
– La razón que me dio la diputada con la que estuve debatiendo, y después casi discutiendo, fue que su postura estaba con nosotros, pero que cumplía órdenes del partido. Y la postura del partido es: si reconocemos el mirandés, hacemos que un médico, un profesor o un juez que vaya a Miranda tenga que aprender obligatoriamente el idioma porque si no no puede tratar con la gente, y no podemos obligar a la gente a aprenderlo. Pero de lo que se trata es de entender para que la gente no tenga de cambiar de idioma. Ellos creen que se puede llegar a una balcanización, a una situación como la de Cataluña con España. Pero vamos a ver, si son 7.000 personas en total, 4.000 hablantes. Hasta el de Chega… La actual alcaldesa del PSD es de derechas y dice que sí, pero piensa que hay que ir con cuidado, hay cierto miedo. El único diputado que se está volcando con el mirandés es de un partido que se llama Livre que se llama Rui Tavares. Este tipo llegó a intervenir durante media hora en mirandés en el Parlamento de Portugal, está muy comprometido. De hecho, consiguió que en los presupuestos del Estado se aprobara una partida de 100.000 euros para crear un instituto de la lengua mirandesa. Lo que pasa es que el Gobierno no acaba de liberar esos 100.000 euros.
«Portugal teme que se pueda llegar a una balcanización, a una situación como la de Cataluña con España, pero vamos a ver, son 7.000 personas en total»
– ¿Existe una defensa social del idioma?
– Hay una sociedad muy activa. Miranda es el municipio de Portugal donde se publican más libros por habitante.
– Vaya.
– Vaya, claro. ¿Por qué? Porque se publican muchísimos libros en mirandés. Los de Asterix, casi todos están. Después, las obras principales que están en muchas lenguas también están en mirandés. Pero aparte de eso tienen narradores, tienen cuentistas, tienen grandes poetas… Hay uno que a mí me fascina, que murió hace dos años. Se llamaba Amadeo Ferreira, pero firmaba Francisco Niembro. Tiene un libro que se llama Ars Vivendi, Ars Morendi, que es de cuando le dicen que le quedan tres meses de vida y él se despide con dignidad, con alegría. Es uno de los mejores libros de poesía que leí en los últimos 20 años y leo mucho en muchas lenguas. Luego tienen un grupo de música de agrorock que acaba de sacar un disco que se llama Llabradores al poder. Son divertidísimos y muy potentes. También tienen grupos de folk, un conjunto femenino que canta de maravilla, vocalistas de jazz que graban y cantan en mirandés… Para ser tan pocos tienen mucha actividad.
«Miranda es el municipio de Portugal donde se publican más libros por habitante»
– ¿Cómo se explica que cada vez sean menos hablantes y más mayores, y que a la vez siga habiendo esta actividad?
– Es que hay un grupo muy activo de gente, reunido en torno a la asociación de lengua mirandesa. Son 20 o 30 individuos muy muy comprometidos, y eso que no están en esta asociación todos los que deberían estar. Hacen cursos de mirandés por la red y para las universidades o en las casas de Tras-os-Montes por el mundo. Eso implica preparar materiales y, claro, para dar un curso de 50 horas tienes que haber elaborado mucho material. A partir de ahí, en redes, en Facebook, en Instagram y demás tienen una actividad fantástica con unas campañas preciosas. Tienen una que se titula “Yo digo el mundo en mirandés”. Ponen una foto, por ejemplo, de una comadreja y añaden “llenosiella”. Es decir, cómo se dice el animal en el idioma. Eso evita mucho portuguesismo y le recuerda a la gente cuál es el nombre auténtico de las plantas, de los animales o de los objetos de la casa. Es como un primer diccionario visual de una lengua, pero en la red. Y son tres tíos los que montan esto, que tienen sus trabajos.
– ¿Qué vinculación tiene el mirandés con las hablas de ciertas zonas de la parte occidental de Zamora?
– Es lo mismo, es un continuo. El asturleonés histórico tiene tres dialectos principales: el occidental, el central y el oriental. El central es el que se habla hoy en el Asturias de la academia. Pero luego está el asturleonés occidental, que es el que se habla en León, en el occidente de Asturias y en la Zamora de Aliste y Sayago. Ese es el mismo leonés occidental que se hablaba en Miranda, con la particularidad de que, como Miranda lleva en el Reino de Portugal desde que este existe, la influencia del portugués ha sido muy grande, hasta el extremo de que escriben con grafía portuguesa.
– ¿O sea que es una mezcla entre el portugués y el asturleonés?
– Es una base asturleonesa con una superposición de portugués.
«La gente no va a dejar de hablar portugués por hablar mirandés; las lenguas son acumulativas»
– ¿Un portugués de otra zona o alguien familiarizado con el asturleonés tendría problemas a la hora de comprender la lengua?
– Yo la primera vez que llegué a Miranda y escuché hablar mirandés, lo entendí todo. Y cuando digo todo, digo todo. Y lo mismo amigos míos asturianos. Y lo mismo amigos míos portugueses. Es una lengua que, como tiene elementos comunes al cuadrante noroccidental peninsular, pues apenas se te puede escapar alguna palabrita.
– Volviendo al principio, si Portugal no tiene una cierta voluntad por revertir la situación, ¿cuánto tiempo de supervivencia le augura a esta lengua?
– En cuanto desaparezca esta generación que tiene ahora 70 años. Los pronósticos y prospecciones que tenemos los ha hecho el departamento de Estadística de la Universidad de Vigo y nos dicen que en el 2050 quedarán menos de 50 hablantes. Hay que hacer entender a Portugal que esta gente no va a dejar de hablar portugués porque hable mirandés. Las lenguas son acumulativas. Y además pueden ser un recurso fundamental: tazas, ropa, libros, rutas literarias… Es algo exclusivo y lo puedes vender, pero existe ese miedo político de nos van a imponer el mirandés. Pero no se trata de imponer, se trata de salvar.