Recuerdos de un futuro que nunca llegó a existir. Esto es lo que evidencian las estaciones de ferrocarril de las localidades zamoranas de Castroverde y Villanueva del Campo, dos de las últimas incorporaciones que Hispania Nostra ha hecho a su famosa Lista Roja del Patrimonio. Se trata de infraestructuras industriales utilizadas en la zona a inicios y mediados del siglo XX, cuando la comarca apuntaba a una pujanza económica relacionada con la agricultura que nunca llegó a despuntar.
Por las estaciones de estas dos localidades circulaba la línea Medina de Rioseco – Palanquinos del llamado «tren burra», un ferrocarril de vía estrecha que se utilizaba, fundamentalmente, por los agricultores de la Tierra de Campos. La línea se inauguró en 1915 y cruzaba la provincia de Zamora a lo largo de 23 kilómetros con dos únicas paradas: Castroverde y Villanueva del Campo. Dejó de funcionar a finales de los sesenta y las estaciones cayeron literalmente en el olvido. Hasta que un profesor zamorano, Javier García Martín, tomó cartas en el asunto para que se incluyeran en la Lista Roja de Patrimonio, para dar a conocer su mal estado y luchar por su rehabilitación.
Sin embargo, poco de eso se ha conseguido, reconoce el propio profesor. «Cuando se aprobó la inclusión en la Lista Roja se habló del tema, salió en los medios de comunicación, pero no se ha hecho nada. Falta voluntad». La cuestión fundamental es que no hay quién se sienta aludido por el mal estado de las dos estaciones, fundamentalmente la de Castroverde, próxima a desaparecer. «Los ayuntamientos no hacen mucho y las instituciones superiores tampoco». Las estaciones, todo apunta, son propiedad de la empresa pública Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha, la FEVE.
Línea mal planteada
Fue precisamente la FEVE la empresa que explotó el «tren burra» en su última etapa después de que la empresa que lo había hecho desde su inauguración, Secundarios de Castilla, dejara de hacer circular trenes por las vías de la Tierra de Campos. El declive general de la comarca, ya palpable antes de entrar la década de los setenta, la falta de inversiones públicas y una mala planificación de la línea condenaron al servicio. «La línea se quedaba en Palanquinos», a veinte kilómetros de León, ciudad en la que nace el ferrocarril de vía estrecha que va al norte de España. «Si la línea hubiera llegado a León, su futuro hubiera sido otro», reflexiona Javier García.
Aunque el estado de conservación general es malo, la estación de Castroverde está claramente más perjudicada por el paso de los años. Más a desmano del pueblo, los tres edificios que la componen (el edificio de viajeros, el almacén y el urinario-lampistería) están próximos al derrumbe absoluto. Sin techos y sin ventanas, es cuestión de tiempo que desaparezcan si nadie hace nada. En Villanueva del Campo ha entrado solo en la Lista Roja de Patrimonio el edificio de viajeros. El almacén es utilizado en la actualidad por el Ayuntamiento de la localidad.
Reflejo del pasado
Estas dos estaciones no son, cierto es, edificios singualares. Proyectadas por los ingenieros Manuel Bellido y Juan Cervantes, las estaciones se construyeron rápido y sin apenas variaciones entre unas localidades y otras. «Sin embargo, sí que hablan de un pasado industrial de la Tierra de Campos, de cómo se vivía en el pasado y de cómo se trabajaba en la zona», apostilla el profesor Javier García. Perderlas, sentencia, «es perder parte de la historia de la comarca«.
Las estaciones del «tren burra» han desaparecido en varios puntos de la geografía regional, pero han sido restauradas en otros lugares. Los ejemplos son Valencia de Don Juan, la propia localidad de Palanquinos o Fresno de la Vega, los tres en la provincia de León, donde las instituciones han dado un paso adelante y han «apuntalado» su patrimonio. En otros puntos de Valladolid o Palencia directamente han desaparecido. «En Zamora, esto es una deuda de las administraciones con la historia de la zona», apostilla Javier García.