Toda estación de autobuses funciona como punto de partida de un viaje; en el caso de Benavente, el primero que hace el visitante al entrar es en el tiempo. En el momento de cruzar la puerta principal, las tipografías de las taquillas, el suelo y el estilo de las puertas remiten a tiempos pasados y revelan un abandono que, no obstante, se corregirá próximamente. En septiembre, la Junta de Castilla y León anunció la inminente ejecución de unas obras de “modernización, rehabilitación y digitalización” de la terminal que han de concretarse en los próximos meses.
Los trabajos se ejecutarán en base a la implantación de sistemas inteligentes de transportes y merced a un presupuesto cercano al millón de euros; concretamente, 927.175, según la información ofrecida por el Gobierno autonómico. Ese dinero permitirá actuar en la conservación del edificio y en la subsanación de deficiencias, así como en la “optimización de la eficiencia energética y ambiental y en las mejoras de la accesibilidad física y sensorial y de la habitabilidad”.
Para lograr este objetivo, la Junta ha previsto intervenciones de reforma de los espacios interiores con el fin de adaptarlos a las necesidades de los usuarios y a los nuevos sistemas de gestión y explotación de una estación de viajeros; intervenciones en la zona de dársena, andenes, porche y en las fachas y cubiertas.
Pérdida del empuje comercial
Toda esta serie de mejoras llega en un momento en el que muchas estaciones ya han sido adaptadas a los nuevos tiempos y en un punto en el que la estación ubicada en la avenida del Ferial ha perdido parte del empuje comercial que tuvo en sus primeros pasos. En estos momentos, un quiosco es el único negocio que permanece abierto en la parte interior de la terminal, después de que la cafetería cerrase definitivamente hace un par de años.
Tampoco queda rastro ya de la peluquería que hubo en su tiempo en una estación donde los que resisten siguen sin saber “nada oficialmente” de las obras, a la espera de que esos trabajos traigan los deseados “tiempos mejores”. Mientras, el trasiego deja poca renta y el café hay que tomarlo en los bares que aguantan en los aledaños.